Llegando al aeropuerto
Creo que si hay algo que aprendí en estos últimos dos días -aunque con el cambio de horario en realidad fueron casi tres técnicamente hablando- es que las cosas son buenas o malas dependiendo de como nosotros decidamos tomarlas. Todo en la vida son oportunidades, las cosas nos vienen dadas de una cierta manera, pero el resultado de lo que obtengamos depende de lo que decidamos hacer con ello. Cualquier cosa que nos venga dada podrá resultar en una experiencia positiva si sabemos aprovecharlo.
Bueno, luego de llegar a Ezeiza, hacer el check in, despachar bolsos y despedirnos de los seres queridos, llegó el momento de la verdad. Nos desprendimos de todo y empezamos los tres nuestro propio camino.
Como todos deben saber, tengo una muy mala relación con la tecnología, sumado a una muy mala suerte, y en este viaje eso se esta haciendo notar más de lo normal. El primer indicio de que la "suerte del viajero principiante" no existe, radicó en que al momento de pasar por el siguiente puesto, donde te sacan una fotito re linda y te piden tu huella.... la máquina no tomaba mi huella dactilar! ¡Insólito! Tuve que poner el dedo cuatro o cinco veces hasta que salió y pude seguir camino.

Siendo que el embarque era a las 18.15 porque el avión salía a las 17.00 hs, recién a las 18.55 anunciaron demoras y que tendríamos nuevas noticias a las 19.30, por lo que seguimos esperando... y esperando... hasta las 19.45 cuando llamaron a los pasajeros con destino a Auckland y luego de una hora hablando, nos confirmaron que el vuelo a Santiago de Chile saldría recién a las 22.00 horas y que como perdíamos la conexión con el vuelo a Auckland tendríamos que quedarnos un día entero en Santiago porque el siguiente vuelo recién salía al día siguiente a la misma hora.
Así fue como recibimos vouchers para cenar en el aeropuerto, y luego de esperar media hora por nuestra comida, nos terminaron sirviendo la misma a las 21.30 hs, horario en que teníamos que embarcar! Intentamos atragantarnos con un bife de chorizo con unas riquísimas papas noasset... pero cuando corté la carne, la escuché mugir! Si esa carne hubiera estado más cruda, hubiera salido corriendo. Así que me conformé con las papas, y salimos corriendo a embarcar. Por suerte llegamos últimos, pero a tiempo.
Poco más y sale corriendo. Mi cena de aeropuerto.
Finalmente el avión despegó a las 22.20 hs. Supongo que todos deben conocer la sensación, pero que raro es despegar!! Como era un avión chiquito todo se sentía mucho más, y debo admitir que me mareé un poco, y que Fede estaba bastante pálido! jaja

El vuelo se pasó rapidísimo, me dormí, y cuando me desperté ya habíamos llegado. Apenas unas dos horas de vuelo. En la ventanilla de LAN nos entregaron un voucher por una cena en el aeropuerto (que nunca usamos porque ya habíamos cenado), una tarjeta telefónica y reserva por dos noches de hotel para que pudiéramos dormir y utilizar las instalaciones del hotel al día siguiente.
Al salir pasamos por aduana... y aquí retorna mi mala suerte! Ya veníamos de hacer una larga filas medio molestos, cuando al pasar mi bolso por el scanner me piden que lo abra... tuve que sacarle todo el plástico verde hermoso que le había puesto en Ezeiza, lo cuál es muy engorroso. Durante todo el proceso mantuve mi mejor cara de culo, y llegado el momento el hombre revisa mi bolso, saca una caja de odol y le dice al del scanner "era un dentífrico". Me mira y dice "perdón, era el dentífrico, en el scanner nos salió que podía ser un chorizo!" No les explico la carcajadaa que me tuve que contener para no cagarme de risa en la cara del pobre tipo.
En fin, una vez en el hotel Holliday Inn, el cuál quedaba justo frente a la terminal dentro mismo del aeropuerto, nos dieron nuestras llaves, Jess y yo en un cuarto compartiendo una cama matrimonial king size, y Fede en un cuarto igual para el solito. La habitación de 10, super cómoda, cama super soft, almohadas soft y firm, un patio privado al cuál no se podía salir, tele gigante, sillón super cómodo, baño super lujoso, todo! Estuvimos un buen rato pelotudeando con los chiches de la habitación, hasta que finalmente a las 3 am nos dormimos.
9.30 am del día siguiente nos levantamos para ir a desayunar... sin palabras, excelente! Dejo que la foto hable por mí...
Para agregar un pequeño detalle a mi lista de mala suerte, al abrir el bolso noté que todo en él estaba demasiado perfumado y olía demasiado bien...así que revisando, me di cuenta que el desodorante se había vaciado. No se de que forma mágica, a pesar de estar en una bolsa ziploc me mojó todo un gorrito de lana, y juuusto el que era blanco! Quedó todo rosaa! Gracias a Dios pude lavarlo en la pileta del baño y quedó como nuevo!
De ahí nos fuimos a hacer un par de averiguaciones en el aeropuerto y ayudamos a una pareja de viejitos que conocimos en Ezeiza y estaban en la misma que nosotros. Llegado el mediodía almorzamos con el voucher que nos habían entregado en recepción que incluía 30 USD de comida y bebida. Todo estaba muy rico, y una vez terminamos de comer nos fuimos al aeropuerto nuevamente a cambiar algunos dólares a chilenos con lo que tomamos un micro al centro.
Recorrimos Santiago a pie, con una caminata bastante extensa todo por el interior de la ciudad. Tratamos de evitar las avenidas más grandes y fuimos desde la casa de la Moneda hasta el Museo de Bellas Artes todo por callecitas internas super lindas. Me sorprendió la gran cantidad de artistas ambulantes que había. Estatuas vivientes, pintores, músicos y de más.
Caminando por el parque en Santiago de Chile
Finalmente regresamos al hotel, disfrutamos de una muy merecida ducha de agua caliente y fuimos a cenar cerca de las 9 de la noche. Como siempre, tarde! Terminamos saliendo corriendo al aeropuerto, a donde llegamos a las 22.10 hs, siendo que el embarque era a las 22.20 y el avión salía a las 23.20 hs. Entramos al aeropuerto corriendo, y mientras yo volvía a embalar mi bolso (dado que LAN me había dicho que me reembolsaban el gasto) los chicos fueron corriendo a despachar el equipaje, donde se pegaron un tremendo susto al momento en que el señor que atendía les dijo que el vuelo ya estaba cerrado. Por suerte, como teníamos el check in hecho solo debíamos despachar equipaje y pudimos hacerlo sin problema. De ahí, el señor nos llevó con una señora en la otra punta del aeropuerto para mi reembolso, que nos llevó nuevamente a la otra punta del aeropuerto (de la que vaníamos) donde me dieron mi plata (en chilenos -.-) y de ahí salimos corriendo porque el embarque ya estaba empezando y teníamos que ir a la otra punta del aeropuerto nuevamente. Allí nos cruzamos con el señor del despache de equipaje, que nos señaló muy amablemente el camino, y llegamos a migraciones. Hicimos la fila con los nervios a flor de piel, y pasamos el control de scanner a las apuras donde, obviamente gracias a mi mala suerte, me sonó el detector de metales! Aún no entiendo como si no tenía nada metálico, pero en fin. Pasamos, corrimos por el free shop, corrimos por el pasillo más largo de la historia, y llegamos a las puerta 20 A en tiempo, donde el señor del principio de la historia nos esperaba porque se habían olvidado de anotar mi nombre para el reembolso, jaja.
Un ratito más tarde estábamos embarcando, y al fin, después de tanta espera, estuvimos rumbo a Nueva Zelanda!