jueves, 20 de marzo de 2014

Vivir en Hastings

Llegado el momento de abandonar Napier, Marto (un amigo que ya estaba viviendo allá) vino a buscarnos para llevarnos a la tierra prometida... Hastings. Un lugar del que se que voy a llevarme un millón de anécdotas y recuerdos, paisajes grabados en la mente, gente grabada en el corazón. Un lugar que me enseñó a ser más tolerante, que me enseñó las primeras impresiones no siempre son las mejores ni las más acertadas.

Otra vez empezando con el pie izquierdo...

Llegamos a nuestro nuevo "hogar" un miércoles a la tarde-noche y si tengo que ser fiel a la verdad, en cuanto fuimos a la cocina y quisimos cocinar, sentí que me estaba metiendo en la casa de "Una serie de eventos desafortunados" en la escena donde los chicos terminan cocinando unos fideos que se encontraron en el fondo de un cajón, usando un mosquitero como colador y una escupidera como olla! Con Jess empezamos a abrir todos los cajones y puertas de las alacenas y solo había paquetes de comida empezada, ni un cubierto, ni un plato, ni un vaso, nadaa!! Sumemos a esto que los cajones en el fondo tienen una especie de afiche floreado, como los que recuerdo de mi infancia, y dentro de los cajones no es que no había nada.. había mugre! Pedazos de cáscara de cebolla, pelusas, tierra y anda a saber que!
Un poco frustradas terminamos comiendo como pudimos, consiguiendo platos del escurridos y lavando como se pudo los platos usados en una pileta que no solo estaba llena de cosas, sino que estaba llena de pedazos de comida, y estaba llena hasta el borde con agua porque estaba tapada y el agua no se iba!

Plus a todo esto, con Jess nos tocó quedarnos en una habitación que es una subhabitación adentro de la habitación de tres amigos nuestros, una especie de cuartucho donde al llegar, nos encontramos un lugar sin muebles, solo con una media y un mini fernet en el piso. Por suerte después de ponerle una cama, un colchón en el piso y al menos los bolsos y cosas tiradas por todas partes, se siente como un espacio propio.
Si hay algo que no puedo negar, es que la sensación de tener al fin un lugar propio, y al menos un cajoncito donde meter la ropa y sacarla del bolso, se siente maravilloso. La sensación de saber que al menos llegaste a algún lugar, que ya no vas a estar a la deriva, es de cierta forma reconfortante.
El ingreso a nuestro cuarto...

Siguiendo con mi fidelidad a la realidad, debo decir que gracias a Dios, a la luz de la mañana el lugar no se veía tan mal. Los primeros días fueron complicados, renegando contra el desorden todo el tiempo y no acostumbrándonos al hecho de compartir una casa tan chica -y especialmente una cocina tan reducida- con otras 15 personas más, pero el tiempo es como el agua de un río, y con la corriente las basuras se van yendo, las cosas de a poco van cambiando, y aprendimos a flotar en medio de este río de aguas correntosas, con altos y bajos, con saltos y caídas.

Buscando la belleza

Lo primero que hicimos fue buscar lindos lugares donde poder refugiarnos, y es así que conocimos el Frimley Park, a tan solo dos cuadras de nuestra casa. Un parque enorme lleno de verde, con pequeños mini parquecitos aislados y bien delimitados. Es un lugar hermoso y a decir verdad un poco flashero. Cuando entramos, pasamos por un parquecito con juegos para chicos, y después de caminar un poco llegamos a un "cuadrado profundo sin sentido alguno" como nos gusta llamarlo con Jess, jaja. Es un cuadrado perfecto de pasto más bajo que el resto del terreno al que se ingresa por cuatro escaleritas a los lados. Justo en el medio hay una tarima con un reloj solar, y todos los bordes están decorados con flores y plantas. Creo que no hay forma de describirlo correctamente, y no encontramos tampoco un ángulo con el cuál sacarle una buena foto, jaja.
Siguiendo con el recorrido entrás en un pasillo delimitado por unos arbustos cuadrados como si fueran paredes de laberinto, y juró que la primera vez que me acerqué sentí que me estaba metiendo en Alicia en el país de las Maravillas! Es todo un pasillo lleno de unas flores hermosas, un pasto super esponjoso donde es un placer caminar descalzo, y banquitos para sentarte a un costado y simplemente disfrutar de la naturaleza!


Siguiendo el recorrido nos encontramos con un parque de rosas, un lugar espectacular donde hay un gazebo grande en el centro, y varios círculos concéntricos al rededor llenos de rosas. A un lado del semicírculo sigue el parque, mientras que la otra mitad está rodeada de casas super lindas con parques abiertos que terminan en el jardín de rosas! Además de la belleza del lugar, me encontré con una belleza de persona. 
En mi paseo por el parque de rosas (donde dejé a Jess atrás porque me aburrí de que tardara tanto en sacarle fotos a las flores y mariposas) me encontré con una señora mayor que estaba arreglando un grupo de rosas, cortando las ramas secas y juntándolas en un balde. Por algún motivo sentí curiosidad y la necesidad de acercarme, por lo que pasé por al lado de la señora, la cuál me saludó amablemente. Nos pusimos a charlar y me contó sobre el fundador del parque, sobre el porque de las flores y sobre el orígen de las rosas en el mundo. Estuvimos charlando un buen rato hasta que llegó Jess, y otro poco después de eso. Cuando nos íbamos, la señora nos invitó a usar el porche de su casa cuando quisiéramos, y nos ofreció una reposera para poder ir a leer un libro al parque cuando lo deseáramos. Feliz, volví a casa.


Nuestro segundo destino fue encontrar otro parque hermoso, el Cromwell Park, donde encontramos un montón de estanques con patos, muchísimo verde, árboles perfectos para treparse y unos gazebos de estilo oriental super lindos! Hemos pasado un millón de veces por ahí desde entonces, y todavía no me canso de la belleza y la paz que transmite ese lugar! Cada vez que alguien me dice que en Hastings no hay nada, pienso en estos dos parques hermosos, y me siento convencida de que podría pasarme la vida rodeada de tanta hermosura.


Nuestro primer laburo

Un día después de haber llegado hicimos una llamada que nos dió una esperanza de conseguir laburo, y al día siguiente me levanté a las 8 de la mañana para hacer la llamada que nos conseguiría un laburo para el mismo día. Luego de correr a despertar a los chicos y prepararnos, salimos para nuestra inducción (charla de iniciación por así decir) para Watties, la fábrica donde estaban trabajando nuestros amigos :)
Luego de muchas idas y venidas, todo terminó en que los chicos empezaron a laburar ese mismo viernes, y yo que había conseguido el laburo me tuve que volver frustrada a casa (no sin antes ir a charlar con mi amigo el pato de la foto de arriba) porque tenía las uñas pintadas y por política de la empresa no estaba permitido!
Pero a fin de cuentas, conseguimos laburo en una fábrica de comida, turno de 8 horas diarias (de 2 pm a 10 pm) los 7 días de la semana.
Trabajos bastante monótonos en líneas de producción donde todo lo que hicimos fue ver frutas pasar por una cinta transportadora todo el día, y seleccionar las que estaban feas, mal cortadas, podridas, o lo que fuera. Así vivimos por 10 días consecutivos de laburar y laburar, donde el tiempo libre solo servía para comer y dormir (con algunas excepciones) hasta que un día, de pronto, terminó la temporada de duraznos y nos mandaron a todos a casa, no sin antes regalarnos unas tartitas y una porción de torta para que nos fuéramos contentos! jaja

El click...

Hubo un día que al llegar a la casa por la noche algo en mi cabeza hizo un click... fue un viernes por la noche, volviendo tarde del laburo, cuando me di cuenta que la casa estaba vacía, y en vez de alegrarme, sentí un vacío. En ese momento me di cuenta que esta casa ahora era mi casa, era un lugar al cuál, al menos por un tiempo, podía llamar hogar, y ese hogar esta lleno de gente que de momento, puedo considerar mi familia. Una familia de locos, de gente que a veces quiero golpear o revolear por la ventana, pero gente que en el fondo se que me cambiaron la vida, gente que aprecio muchísimo y con la que estoy compartiendo momentos únicos.
Me di cuenta que me invade una alegría enorme cuando veo el horno limpio y pregunto "Jess, vos limpiaste?" Y alguien me dice "No, fue Nico" o "No, fue Pame"; la misma alegría que me inunda cuando llegamos y la cocina esta impecable, las mesadas libres y Jesús nos dice "cociné para todos, así que ordené la cocina". La misma felicidad cuando una tarde cualquiera, de pronto alguien suguiere hacer tortas fritas y Facu compra harina y se pone a amasar y pide manos para ayudar en la cocina. La misma alegría que -aunque lo odiara- me invadía al escuchar la voz de Sebas a las 7 am cuando llegaban de laburar y empezaban a quejarse a los gritos del olor a duraznos de Watties.
Una casa llena de locos, pero locos copados, de locos lindos.


Un poco de diversión...

Y como no todo es trabajo, a veces nos divertimos...
El primer sábado que llegamos a casa, nos encontramos con la casa plagada de gente, birras por doquier, música a todo volumen y gente bailando en el pasillo... como somos gente tranquila, cenamos entre medio del lío, y nos fuimos a dormir.

Un par de días más tarde, me despierto 7 am con la cara de unos de mis amigos arriba mío diciéndome "Buen día, hay una fiesta en el parque!" Lo cuál terminó con unas 20 personas en el parque de casa de 7 am a 12.30 del mediodía, birras, música a todo volumen y más baile, jaja. En medio de todo esto, Jess en pijama y yo tomando un té y comiendo unas tostadas con manteca, pero como un baile no se le niega a nadie, nos prendimos un rato! Ni les cuento lo que fue ir a trabajar después de eso!

Esa misma noche cuando llegamos a casa, nos esperaban unas empanadas salteñas recién saliditas del horno por el cumple de Jesús, así que nos prendimos con la comida, bailamos otro poco, y como siempre, la música a todo volúmen y los golpes en la pared al canto de "la concha de tu madre Bob" (Bob es el indio que nos alquila la casa, jaja)

Esa misma noche, cuando ya estaba a punto de dormirme tirada en la cama, con Jess decidimos prendernos en la salida para ver que onda la noche kiwi, así que nos cambiamos a toda velocidad y salimos para "Cru Bar" (aparéntemente el único lugar para salir acá, jaja) donde bailamos "toda la noche" hasta que a las 3.30 am, hora y media después de que hubiéramos llegado, el bar cerró y nos volvimos a casa a dormir.

La noche siguiente, volvieron a sorprendernos con empanadas salteñas, pero esta vez de queso, por el regreso de dos de las chicas a la casa, por lo que nuevamente música, un poco de guitarreada, y a dormir tarde, jaja.

El día siguiente a quedarnos sin laburo, con la negra nos fuimos a disfrutar del Frimley Park, y estuvimos sacando muchas fotos, jugando en los juegos para niños de la plazita, y haciéndo las típicas cosas que hacemos cuando estamos juntas... boludeces!! jaja


Aprovechando el desempleo, con los chicos de la casa nos fuimos a un monte llamado "Te Mata" al cuál llegamos justo para la hora del atardecer por lo que pudimos ver un atardecer hermoso y super naranja de un lado del monte, disfrutar de la vista por unos minutos antes de que el sol terminara de bajar, pudimos además saber lo que se siente estar adentro de una nube ya que fuimos devorados por una, y finalmente vimos salir la luna -que más que luna parecía un sol- y disfrutar de la luna y las estrellas por un rato. Realmente una vista hermosa, muchísimas risas y un momento inolvidable con un grupo de gente maravilloso.


Además, fuimos a visitar a las chicas que se mudaron a su nueva casa, preparamos tortas fritas para llevar, y las chicas nos esperaron con torta de manzana, torta marmolada y mates, mejor imposible!

El fin de semana fue espectacular, el viernes salimos al bar a tomar algo y bailar un ratito (de 9 a 12), una noche llena de anécdotas y risas, y el sábado hubo una fiesta latina por lo que obviamente en Hapuku (nuestra casa) hubo previa a la fiesta, y después after party! La cantidad de risas que escuché esa noche no pueden contarse!

Y el domingo los chico fueron a jugar un poco a la pelota para pasar el rato a la tarde, así que con Jess acompañamos para estirar un rato, hacer un poco de gimnasia, de kung fu, y de siesting al sol, jajaja.


No lo voy a negar, estas salidas y el hecho de no tener que laburar... esta espectacular!! jaja
Pero bueno, ya en estos días saldremos de viaje nuevamente buscando nuevos horizontes y nuevos laburos para poder seguir en movimiento, para seguir conociendo gente maravillosa y seguir creciendo como personas, un poquito cada día. Pasito a pasito.-


[Fotos en su gran mayoría cortesía de Jesica Bavcar, el resto son sacadas por mi y me querido y fiel celular, jaja]

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