sábado, 12 de julio de 2014

Destino Sur: Wairere Falls y Hobbiton

Empezaron las vacaciones, empezó el viaje al sur, y nos dirigimos más que decididos hacia la aventura, hacia un destino incierto de unos diez días de viaje recorriendo lo más posible hasta llegar a nuestro destino final: Christchurch.


Primer parada: Wairere Falls

Nuestro primer destino son unas cataratas cerca de Matamata llamadas Wairere. Cargados con la vianda para el almuerzo, una botella de agua y la cámara de fotos emprendemos el recorrido por un sendero entre medio del bosque. Esta todo muy  húmedo por las lluvias que hubo durante toda la semana y algunas partes del camino incluso están inundadas, pero seguimos adelante.

Como nos lo habían avisado, el camino está lleno de escaleras… demasiadas escaleras. Es un camino todo en ascenso que nos deja sin aliento y nos hace transpirar un poco a pesar del frío que hace. Llegamos al punto panorámico donde se pueden ver a lo lejos las cataratas, y seguimos subiendo.


El camino es parte barro parte arcilla, por lo que tenemos que ir con cuidado de no patinarnos. Finalmente, después de menos de una hora y media de ascenso llegamos a la cima de la catarata. Lo primero que vemos es que llegamos a un río, y escuchamos la catarata a lo lejos, a medida que seguimos el camino bordeando el agua nos acercamos al punto donde la montaña se corta, a nuestro destino. A decir verdad, no es un paisaje tan impresionante, pero estar ahí en el punto donde el agua cae en picada metros y metros hacia abajo, a mi me hizo emocionar un poco.

  Además, la vista desde arriba es impresionante.
Nos tomamos unos minutos para almorzar tranquilos y luego emprendimos la bajada al trote tratando de minimizar tiempos ya que teníamos nuestro próximo destino en la mira y no queríamos llegar tarde…


Segunda parada: Hobbiton

Una hora de viaje más tarde llegamos a Hobbiton, en Matamata. La famosa comarca de Frodo y Bilbo del Señor de los Anillos.

Compramos las entradas y mientras esperábamos a que salga nuestro tour nos dedicamos a mirar la tienda de regalos y emocionarnos con las cosas geniales que vendían, y desilusionarnos con los exorbitantes precios de todo. Por ejemplo, el bastón de Gandalf sale casi 300 dólares, mientras que el anillo de Frodo sale unos 800 NZD (dólar neozelandés). Tranqui.

Aparece nuestro guía, un colorado rubión con una camisita roja a cuadros y un marcado acento inglés con un poco de irlandés. Empieza a hablar y tengo la sensación de que se clavó seis cafés a la mañana. El pibe rebosa de energía y no para de hablar un minuto, contándonos todo lo que le habrán enseñado  y asumo que más también.
Subimos al micro y de pronto todo son praderas verdes inmaculadas, subimos, bajamos, subimos, bajamos… y ahí está, La Comarca. En medio de las colinas vemos a la distancia un montón de puertitas pequeñas y una casa grande de techo de paja que viene a ser la taberna Green Dragon.
Llegamos hasta el lugar donde el micro nos deja y empezamos el camino a pie recorriendo los distintos “agujeros” como le llaman a las casitas de los Hobbits. El paisaje es hermoso, como se ve en la película a nuestro alrededor son solo praderas perfectas, de ese hermoso e inolvidable verde Nueva Zelanda. Las casitas son todas súper coloridas, con las puertas de colores y todas decoradas con pequeñas macetas, plantas, mecedoras.


Hay casitas de distintos tamaños, pero en cada una todo está perfectamente a escala, el detalle con el que está hecho es increíble. Increíble el esfuerzo que se puso en crear el lugar y hacerlo lo más real posible. Disfrutamos la excursión sacando fotos en todas las casitas posibles, con el  guía llamándonos al grito de “Argentina!” todo el tiempo porque nos quedamos atrás y retrasamos al grupo.


Llegando a mitad de recorrido llegamos a la única casa a la que se puede ingresar, para descubrir desilusionados que adentro no hay nada. Esto no es para fanáticos!

Una de las atracciones principales es ver la casa de Bilbo, infaltable el cartel en la puerta y la chaqueta roja colgando de costado en un tendedero.

El recorrido se pasa quizás demasiado rápido y llegamos a Green Dragon. El edificio está completamente amueblado y funciona realmente como un bar. Nos regalan una cerveza, y como no soy una gran fan de esta bebida, para ser feliz me compro un scon gigante de queso. A decir verdad, y se que esto va a generar muchos reproches porque se dice que es una de las mejores cervezas artesanales de la zona… no pude siquiera terminarla.

El recorrido se termina y vamos volviendo hacia el micro. Los detalles de cada casita, de cada planta, cada escalerita en los árboles de ciruelas, cada prenda colgada en los tendederos, todo queda grabado en mi memoria.


 Llegando al final del recorrido y de esta entrada debo decirlo, no soy una gran fanática del Señor de los Anillos, no había visto las películas hasta una semana antes de venir para Nueva Zelanda que sentí que debía hacerlo. Pero Hobbiton es un sueño para los fanáticos, y un sueño para los que no lo son también. El lugar está perfectamente creado, nada librado al azar. El paisaje es maravilloso.
 ¿Valió la pena? Si, creo que si.


Tercer Parada: Turangi

Terminada la excursión retomamos nuestro camino en la ruta y nos dirigimos a Turangi, un pueblo cerca de nuestro próximo destino: el Tongariro. Llegamos de noche, con un frío que congela hasta las entrañas y nos atiende un inglés medio loco que es el dueño del hostel y ni bien le decimos de donde somos se pone a cantar “No llores por mí Argentina” y parece no querer parar… Después de pasar un bueeen rato hablando y decirnos que hay dos argentinos más en el hostel nos deja ir. 
Gran sorpresa la nuestra  cuando entramos a la cocina y nos encontramos con el pelado!! Uno de esos dos argentinos era Andrés (el pelado), a quien habíamos conocido pickeando en Te Puke, y el otro era Rodrigo, su amigo.


Arreglamos un par de cosas para el día siguiente, armamos los sanguchitos para el almuerzo en la montaña y caemos rendidos en la cama. Mañana será otro día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario