martes, 1 de julio de 2014

Trabajar en Eastpack.-

Y finalmente el cambio tan esperado llegó. Un lunes a la mañana, incentivados por Rodri y Sebas –nuestros nuevos compañeros de picking- , decidimos salir más temprano para pasar por las packhouse (fábricas de empaquetado de kiwis) para probar suerte una vez más.  Fuimos a las packs del Monte donde escuchamos lo mismo de siempre y nos dijeron que volviéramos la semana siguiente. Así que arrancamos para Te Puke y la primera parada fue en Eastpack. Creyendo que no íbamos a tener suerte como de costumbre, lo mandamos a Fede como primer enviado (si íbamos los 5 juntos era poco probable que nos dieran trabajo, así que decidimos ir en tres grupos).
Cinco minutos más tarde vuelve Fede con papeles en la mano y una sonrisa pintada en la cara. ¡Lo habían dejado aplicar! Esperamos cinco minutos y van Rodri y Sebas con la misma suerte. Diez minutos más tarde es el turno de la negra y mío; vamos a la oficina y nos atiende una viejita simpática que nos da los papeles para aplicar y nos dice que volvamos a entregarlos en un rato porque llegamos en el horario más movido y hay mucho despelote de gente. Volvemos al auto, llenamos todos los papeles y volvemos para entregarlos y que nos ingresen al sistema. Felizmente nos anuncian que al otro día a las 11 de la mañana vamos a tener la inducción. ¡Yupiii!

Al día siguiente vamos a pickear un rato para hacerle un favor a nuestro contractor que estaba corto de gente, y luego de dos horas de trabajo intenso vamos a Eastpack, nuestro nuevo lugar de trabajo. Allí nos recibe un viejito que nos da una charla, nos muestra un par de videos que terminan sin funcionar casi ninguno, y después viene una entrenadora a mostrarnos lo que es el laburo. Pasamos las cortinas plásticas e ingresamos en la fábrica, nos dan una cofia,  nos hacen lavarnos las manos y agarrar un delantal. Ahora ya vestidos como esclavos, ingresamos en la fábrica! Nos muestran el lugar y finalmente nos separan por grupos y nos mandan a cada uno a un lugar distinto donde nos enseñan el trabajo que nos tocó a cada uno. A mi me tocó ser packer, es decir, empaquetadora de kiwis :D
Una chica me explica rápido como es el trabajo y la ayudo por unos 15 minutos hasta que le agarro más o menos la mano y la entrenadora nos pasa a buscar. Hora de firmar contratos, confirmar que arrancamos al día siguiente a las 7 de la tarde, y a casita! Nos tocó el turno de 7 pm a 6 am, con los domingos y lunes libres. No más fines de semana para nosotros, no más jueves de fiesta latina en Armacen y no más viernes de fiesta latina en La Casa! Pero tenemos trabajo fijo, al fin!


Trabajando de noche el tiempo vuela más rápido de lo normal. La primer semana desaparece bajo nuestros pies acostumbrándonos al cambio de horario, la segunda pareciera no existir, y la tercera se nos viene encima ya casi con la noticia de que la temporada está por terminar. El trabajo en la pack es rutinario, pero me gusta. Después de un par de días le engancho las distintas mañas al trabajo y me propongo ser la mejor en ello…
Recuerdo las palabras de Vero, una compañera de trabajo en Watties que una vez me dijo que acá nadie buscaba ser el empleado del mes. Pero, ¿por qué no?. Lo pienso un rato y decido que es mi forma de ser como persona, que quiero dar siempre lo mejor de mí, y aunque este trabajo me desgaste físicamente, me deje super cansada, o me llene las manos y brazos de cortes, yo igual quiero ser la mejor en ello. Así que los días pasan y poco a poco voy agarrándole la mano a los distintos tipos de cajas, cada vez puedo cerrarlas más rápido, acomodar los kiwis a velocidades que al principio parecían imposibles, y la líder del grupo empieza a llamarme cada vez que necesita “manos rápidas” en alguna línea. Me enorgullezco de mi misma, me sorprendo de la cantidad de energía que tengo por la noche para trabajar, y sigo empaquetando caja tras caja de kiwis. Los elogios llegan de a poco, de parte de mi líder de equipo, de parte de mi supervisora y de compañeros de trabajo que me ven moverme a mil con ese exceso de energía que no se donde más canalizar. Jamás creí decir algo así, pero empaquetar kiwis me hace feliz! (Al menos la mayor parte del tiempo, a veces hay días malos, o muy malos… pero eso siempre pasa)


Nuestros compañeros de laburo son mayormente gente de Vanuatu (una isla cerca de Fiji), el país con la gente más feliz del mundo. Todos tienen unas sonrisas enormes pintadas en el rostro todo el día, se ríen de cualquier cosa, y gritan a modo de festejo o de aliento todo el tiempo. El resto son casi todos kiwis, y un par de personas de países random. Paso las noches riendo junto con Hapikel, con Ani, Jenni,  Simon, Joe, y un millón de Vanuateses más cuyos nombres se me mezclan y olvidan.
Pasa una semana hasta que conozco a Coni, una chilena que trabaja en la línea con migo y de cuya presencia nunca me había percatado. Coni es la salvación a la monotonía del laburo, es con quien puedo descargarme y putear cuando las máquinas van demasiado rápido, o demasiado lento, cuando la supervisora se pone molesta o cuando la vieja de control de calidad me roba las cajas cerradas en vez de las abiertas.



El tiempo vuela y me vuelvo un vampiro. Hace tres semanas que no veo la luz del día, duermo desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde y solo vivo para el trabajo, pero de a poco la cuenta del banco se va llenando y el sueño del viaje al sur se convierte en una posibilidad viable. La temporada está por terminarse, y ahora nos debatimos entre viajar al sur en cuanto termine, o quedarnos un tiempo más si es que se da la posibilidad de quedar para repacking (un grupo selecto de unas 20 personas que tienen la posibilidad de seguir trabajando una vez terminada la temporada).
Es cuestión de esperar…


No hay comentarios:

Publicar un comentario