lunes, 30 de junio de 2014

Tiempo de Cosecha.-

Pequeñas cosas

Aprender a apreciar las cosas pequeñas nos hace sumar alegrías chiquitas a la vida cotidiana, que sumadas, terminan generando una sensación de felicidad que puede perdurar por siempre si tan solo procuramos seguir alimentando nuestro alma con aquellas pequeñas cosas.
Pequeñas cosas como la luz filtrándose entre las hojas de las parras en un día cualquiera de trabajo.


Pequeñas cosas como un perro que nos hace compañía mientras estamos trabajando y corretea a nuestro lado cazando los kiwis que se nos escapan de las manos y terminan en el piso, o trayéndonos una rama para que le juguemos un rato.


Pequeñas cosas como la risa de nuestra compañera de viaje y de vida en una salida inesperada con amigos.


Pequeñas cosas como una comida deliciosa igualmente inesperada al ir a visitar improvisadamente a un grupo de amigos que conocimos por el camino. Como pasar una tarde de risas en un almuerzo tardío a las 5 pm.



Pequeñas cosas como salir a caminar y encontrarte con una de esas plazas que tanto te gustan y esperar a que no haya niños cerca para treparte un rato.



Pequeñas cosas como descubrir detrás de esos juegos un skate park con un millón de niños pequeños jugando felizmente. Pequeñas cosas como sentarte a observar el mundo y pensar en lo maravilloso que hubiera sido gozar de una infancia con esa libertad, de lo maravilloso que podría ser criar a tus propios hijos en un ambiente semejante.

Pequeñas cosas como ponerte a charlar con los pequeños, como hacerte amiga de una nena de 6 años que de pronto te dice que sos su mejor amiga por siempre y para toda la vida. Pequeñas cosas como que la nueva mini mejor amiga de tu mejor amiga intente enseñarte a andar en monopatín y termines tirada en el pasto riéndote a más no poder. Pequeñas cosas como una pequeña de 6 años recreando la situación en la cuál patéticamente intentaste aprender a andar en monopatín y bajaste por una rampa con muy poco éxito.


Pequeñas cosas como ir a una ciudad nueva, encontrarte con un parque de diversiones cerrado y sentirte como una nena de 5 años correteando emocionada entre los juegos.

 Pequeñas cosas que te alegran el corazón.


Tauranga
Nuestro paseo por Tauranga empezó en un parque donde habían montado un pequeño parque de diversiones que tristemente para mí estaba cerrado, así que después de recorrerlo un poco seguimos camino internándonos más en el parque y encontrándonos con esas cosas que me encantan. Una fuente gigante, una estatua de un huevo haciendo el haka y más juegos de plaza!!! Este país me tiene más como una nena de 5 años de lo normal, los juegos de este país son tan maravillosos que no dejo de sorprenderme!



Volviendo al auto disfrutamos del atardecer sobre el mar, de las gaviotas y de la llovizna suave sobre la cara.



 Pocos días más tarde retornamos a esta bonita ciudad y recorrimos el centro, donde nos encontramos con dos de los pianos de “Play me” como el que habíamos visto Napier.


Un mensaje de Mana nos llevó hacia una plaza donde se conmemoraba el 150 aniversario de la batalla de Gate Pa y la inauguración de la ciudad o algo similar. Y como esta entrada está llena de fotos, acá van par más. Presenciamos a una banda tocando en vivo, visitamos una iglesia, y recorrimos una exposición de arte sobre la batalla.


Llegada la noche fuimos a la playa a hacer un fogoncito y disfrutar de la playa durante un ratito antes de ir a dormir y retornar a la realidad.



 Cosechando kiwis…
Las cosas al fin mejoran y tenemos una semana de trabajo casi constante. Nuestro contractor nos dice que no va a haber trabajo por unos días, así que una amiga nos consigue trabajo en otro lugar donde terminamos cayendo en una de las mejores orchards a las que he ido. A la hora del almuerzo nos espera una mesita con agua caliente para prepararnos té, y a la hora de la merienda además de eso nos espera café, leche, y un plato lleno de los scons caseros más ricos que he probado en mi vida! Una vez se termina el plato, una viejita –dueña de la orchard- sale de la casa con otro plato lleno para seguir deleitándonos. Es uno de los días más felices desde que estoy en este país. Volvemos a casa con unas sonrisas enormes disfrutando del hermoso paisaje de regreso.

En nuestro segundo día de laburo nos toca una orchard tan cerca de casa que tenemos la posibilidad de ir caminando. El supervisor que nos toca tiene la mejor onda, y al día siguiente que vamos a trabajar en el mismo lugar decidimos comprar pizas para todos que el tipo amablemente se ofrece a pagar. Pequeñas cosas.
Los siguientes dos días son durísimos a nivel físico y quizás también mental. A la noche hay una fiesta latina a la cuál no nos podemos resistir a ir, por lo que después de pasar por la casa de las chicas un rato vamos hacia el centro de Tauranga a “La Casa”. La fiesta es buena, con la negra bailamos un buen rato y a las 3 de la mañana volvemos a casa. Nos terminamos durmiendo a las 4 am, y a las 7 ya estamos arriba para ir a pickear por producción. Nos toca un grupo buenísimo y combatimos contra el sueño y nos alentamos los unos a los otros. Logramos trabajar 8 horas y ganar una cantidad de plata más que considerable, nuestro mejor día desde que empezamos a pickear hace ya más de un mes y medio. Desbordamos felicidad.

Volviendo a casa nos llega un mensaje de Mati invitándonos a comer unas pizas. Cuando llegamos a casa ya nos esta esperando, me manda a pegarme una ducha y cuando salgo vamos al super a comprar todo lo que necesitamos. Llegamos a la casa de los pibes, me mantengo despierta lo suficiente para preparar la masa y digo la mentira más grande de todas “Mati, te robo la cama y vuelvo en 15 así terminamos”. Cuando me levanto la casa está repleta de gente comiendo unas pizas que resultan estar espectaculares. Mi colaboración termina no siendo mucha, pero no queda duda de que Mati es totalmente capaz de hacer unas pizas excelentes por si solo, y todos están más que felices con la comida. Otra noche para el recuerdo.
A fin de cuentas nos terminamos acostando pasada la una de la madrugada y solo dormimos 5 horas. El día siguiente de pickeo es lo más duro que puede existir. Luchando contra el sueño y el dolor muscular logramos trabajar casi otras ocho horas y dar lo mejor de nosotros. Descubro que no hay límite, que si se quiere se puede, que es una cuestión de actitud, de quererlo. El trabajo es duro, durísimo, pero si hay voluntad para seguir adelante no hay nada que nos detenga.
Llego a casa con la fuerza suficiente para ver el principio de despicable me 2, de pegarme una ducha y caigo rendida en la cama a las 8 de la noche. Me despierto a las 11pm y no logro ni cambiarme, solo atino a meterme adentro de las sábanas y seguir durmiendo. Gracias a Dios al día siguiente llueve y podemos dormir hasta tarde.
A la tardecita nos caen visitas (Mana, Jose, Eli y Gastón), Faca hace tortas fritas, el galle prepara unos mates, y la vida sigue siendo hermosa y feliz. Tenemos amigos, tenemos un millón de pequeños momentos, pequeñas cosas. Somos plenos.

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