Llegó la época de las Pascuas y tuvimos varios
acontecimientos importantes.
Por un lado, un día llegó Angie a las tierras kiwis. Angie
es una de las chicas que conocí en Buenos Aires gracias a este viaje y con
quien compartimos muchas salidas maravillosas y con quien estamos compartiendo
muchas más acá. Una tarde volvimos de pickear y ya estaba en casa para
recibirnos, así que tomamos unos mates, comimos alfajores recién traídos de
Argentina, y después los chicos (sus nuevos flatmates) la pasaron a buscar para
llevarla a su nueva casa.
No recuerdo si los flatmates de Angie (compañeros de casa)
ya han sido nombrados, así que si no lo fueron serán debidamente introducidos
en este momento: Por un lado lo tenemos al niño Lucas, alias ‘Look’ o ‘Luqui’,
un joven bloggero de 20 años de edad, barman y barista profesional a quien
conocí también en Buenos Aires. Pueden visitar su blog en elkiwiargentino.blogspot.com
J Después tenemos a el
Guille y el Mati, dos cordobeses, diseñadores industriales ambos. Dos personas
que derrochan buena onda y que después de un par de birras te van a hacer reír
hasta las lágrimas. El más peque de la casa –con sus tiernos 19 años- vendría a
ser Cristian, alias ‘el Persa’. Un pibe que derrocha facha y buena onda a todo
momento del día y que siempre te va a dar la bienvenida con una sonrisa. Y finalmente
esta Juli, un misionero famoso por tener tanto un mellizo como un gemelo, el
pibe que siempre te vas a cruzar hablando con una chica, pero según él, nunca
chamuayando. En estos últimos días Juli siguió camino hacia el sur y su cama
fue ocupada por Tomi, marplatense como el persa a quién aún no hemos tenido
mucho tiempo de conocer.
Para poner sobre la mesa la hospitalidad y buena onda de los
chicos, mencionaré esa noche que con Jess pasamos a visitarlos y nos invitaron
a cenar, deleitándonos con unos fideos con salchichas, papas fritas, y unas
papas al horno riquísimas, todo obra de Mati que creo haber olvidado mencionar,
es también un gran cocinero.
Para seguir con los buenos momentos, Watties al final se
dignó a pagarme la plata que me debía y salí un poquito de mi pobreza, felizzz
es poco!!
El sábado antes de Pascua no trabajamos por la lluvia, así que
pasamos por el BayFair (shopping) donde me tenté y me compré dos pares de zapatillas
que estaba necesitando (unas deportivas por 25 dólares kiwis y unas para todos
los días a 5 dólares!) y una remera con mangas (dado que las mías son todas
musculosas y las únicas con mangas las estoy arruinando usándolas para
trabajar).
Después de eso llamamos a casa, o mejor dicho a lo de mi
madrina, donde la familia estaba reunida disfrutando de una buena comida. Tuvimos
–con Fede- el placer de hablar con mamá, con papá, con mi madrina y de recibir
maravillosas noticias!! Enorme fue nuestra alegría al enterarnos que Noe y
Nacho están esperando un hijo, así que aprovecho este lugarcito para
felicitarlos tanto a ellos como a toda la familia por esta hermosa noticia!
Nada más lindo que escuchar la felicidad de mi madrina al contarme que iba a
ser abuela! Lo mejor de lo mejor para todos ustedes!!!
Mi alegría no hizo más que intensificarse al llamar a Flor y
poder hablar tanto con ella como con Jess durante un rato y compartir las
pequeñas cosas que la distancia nos está haciendo perder. Como ella misma dijo,
lo más dulce de estas Pascuas fue poder volver a verla y hablarle un rato! Como
se la extraña a la pequeña chillona esta!!!
Finalmente para que el día terminara de ser maravilloso,
llamé realmente a casa y hable con Javi y mi abuela durante un rato para
terminar de ponerme al día con todos. Pocas cosas son tan lindas como –estando
tan lejos- poder conectarse al skype un rato y charlar con la familia como si
estuvieran al lado.
Alegando a la realidad debo decir que estar lejos no es
fácil. Nada fácil. Soy muy feliz estando donde estoy, pero me doy cuenta que me
faltan mis afectos, esa gente que siempre está justo al lado nuestro y aunque
siga en el corazón y sigamos en contacto, no es lo mismo que tenerlos realmente
al lado nuestro de forma física. ¿Será que por eso entre latinos nos
encariñamos tan rápido estando acá? ¿Será por eso que es tan fácil hacer amigos
maravillosos, o será que los viajeros son todos buena gente y no dejamos de
cruzar gente que realmente vale la pena en nuestro camino? Esas son algunas de
las cosas que me pregunto y analizo en el día a día, y quizás, tan solo quizás,
al final de este viaje termine de definirlas.
Para procesar todo esto, para tener un rato para mi misma y
para hacer algo que realmente valiera la pena, una de esas tardes decidí salir
a hacer una caminata por la playa. Salí cerca de las 5 de la tarde rumbo a la
playa con mis nuevas zapatillas deportivas decidida a hacer algo que nunca hago
simplemente porque mis pulmones no lo toleran… trotar! O según lo definí en ese
momento, trotaminar, una extraña
cruza entre trotar y caminar.
Los primeros minutos fueron insoportables, con los músculos
de las piernas quemándome, la respiración entrecortada y un dolor bastante insoportable
en el pecho, pero a medida que pasaba el tiempo y me autoimpuse un ritmo las
cosas fueron cada vez mejor. Los auriculares con buena música y a trotar un
tema y caminar el siguiente hasta llegar al monte, una meta un poco lejana,
pero no imposible. Una hora más tarde llegué al monte, crucé por el centro
hasta la playa del otro lado donde me encontré con Angie y caminamos rumbo al
puerto hasta encontrarnos con Mati, Look y el Persa que estaban tomando mates
sentados en un banquito y disfrutando de las luces de los barcos sobre el
horizonte.
Describir paisajes es algo a veces tan simple pero siempre
tan complejo, es querer abarcar tanto en tan poco, porque las palabras nunca
son suficientes para describir lo que uno ve y siente en la naturaleza. Mi
caminata por la playa fue un momento casi mágico, y cito mis propias palabras
para describirlo: “Esta tarde salí de casa y con tan
solo cruzar la calle y hacer unos metros ya estaba entrando en la playa con una
sensación extraña en el pecho. Hace como una semana que no me cruzaba y había
olvidado la belleza del paisaje. Fue bajar hasta la costa y empezar a caminar
por la orilla con una sonrisa pintada en el rostro.
A medida que iba caminando el sol se ocultaba y las nubes se teñían de un naranja furioso a mi izquierda, mientras que a la derecha el mar y la arena parecían fundirse y hacerse uno solo. Las nubes del cielo camuflándose con las olas.
El sol desapareció, las sombras empezaron a danzar y el monte se convirtió en una silueta cercana. Subí a la calle, caminé unas cuadras y llegué al otro lado, donde la playa es estrecha, y los veleros y las luces de los barcos y el puerto decoran el paisaje. Apagué la música, escuché el rugido del mar, el latido de mi corazón, respiré una vez, dos, miré las estrellas brillando en el cielo, y di por casi finalizado el paseo.
Cuatro amigos, un banquito frente al mar, una galletita y un mate fueron el broche de oro para el día de hoy. Un día como tantos otros, un día como ninguno.”
A medida que iba caminando el sol se ocultaba y las nubes se teñían de un naranja furioso a mi izquierda, mientras que a la derecha el mar y la arena parecían fundirse y hacerse uno solo. Las nubes del cielo camuflándose con las olas.
El sol desapareció, las sombras empezaron a danzar y el monte se convirtió en una silueta cercana. Subí a la calle, caminé unas cuadras y llegué al otro lado, donde la playa es estrecha, y los veleros y las luces de los barcos y el puerto decoran el paisaje. Apagué la música, escuché el rugido del mar, el latido de mi corazón, respiré una vez, dos, miré las estrellas brillando en el cielo, y di por casi finalizado el paseo.
Cuatro amigos, un banquito frente al mar, una galletita y un mate fueron el broche de oro para el día de hoy. Un día como tantos otros, un día como ninguno.”
Para cerrar las Pascuas con algo de dulzura y chocolate,
Jess cocinó brownies. No tuvimos huevos ni chocolate, pero al menos tuvimos
brownies y buena compañía!
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