Y un día llovió (si, otra vez) y recibimos a la mañana un
mensaje de texto de Amit invitándonos al monte, así que nos cambiamos, armamos
las mochilas y partimos. En diez minutos de viaje ya estábamos en el monte
donde nos encontramos con Amit para emprender la subida.
No tengo mucho más para decir a que fue una tarde grandiosa.
La lluvia nos estuvo asechando a todo momento, pero a pesar de que mis pulmones
no daban a basto y del dolor corporal –sumemos que fui con ojotas, bad choice!-
pudimos llegar hasta arriba de todo para disfrutar de una vista maravillosa.
Podría intentar describir el paisaje, pero nunca le haría justicia, así que me
parece que lo mejor será contar nuestro día mayormente con fotos.
Una vez arriba encontramos un punto donde la vista era
quizás aún más maravillosa. Solo nosotros, respaldados por el monte de un lado,
y con toda la vista a la ciudad desde el otro, el mar meciéndose suavemente con
el viento y las gaviotas volando a la distancia.
Luego de relajarnos un rato emprendimos la bajada, pasando
por paisajes hermosos y llegando
nuevamente hasta la costa. Debo decirlo, la playa del Monte es hermosa –a pesar
de que en esa zona, huele bastante mal, jaja-.
Una vez en la costa decidimos seguir caminando otro poco
hasta una península que estaba cerca, donde se supone que hay pingüinos pero no
vimos ninguno. Cuando llegamos hasta la punta nos agarró la lluvia, así que
volvimos medio a las corridas y cada uno siguió su camino finalizando así una
linda caminata.
Al día siguiente, (si, otra vez sin trabajo) fuimos a la
playa un rato con la negra y para compensar el hecho de que no habíamos visto
pingüinos en la península, nos encontramos uno en medio de la playa apenas a
unos metros de casa! Después de que la negra volviera corriendo a casa y yo me quedara
‘cuidando’ del pingüino, sacamos un par de fotos y finalmente seguimos camino
por la playa hacia el lado del monte. Recorrimos la playa juntando caracoles ya
que la tormenta había traído todo tipo de cosas, y en el camino además nos
cruzamos con el arqui que también había decidido salir a dar una vuelta.
Cuando estábamos lo más lejos posible, mandaron un mensaje
los chicos que iban a ir a escalar así que nos pegamos una corridita hasta casa
y ahí no más fuimos para “The Rock House”, una especie de galpón donde hay
paredes para escalada, y un lugar donde hacen parkour y también telas.
Así fue que el arqui, Faca y yo pagamos por un día de
escalada y pasamos un buen rato intentando aprender (gracias Faca por tus enseñanzas!
Jaja) y trepando un poco de acá para allá. Siendo fiel a la verdad… al otro día
me dolía TODOOO!! Pero fue divertido y valió la pena! :D
Pasando a otros buenos momentos (que siempre incluyen
comida), vale mencionar mis ahora famosas medialunas que alegraron algunas de
nuestras tardes cuando el antojo de algo dulce ya era insoportable! Los
brownies de Jess que fueron de las mejores cosas que hemos comido estando acá,
los panes saborizados de Nico y Faca, y las maravillosas tortas fritas de Faca
que siempre aparecen para alegrar nuestras tardes de lluvia! :D
Y creo que olvidé mencionar uno de los eventos más
maravillosos de todos… nos compramos un autoooo!!!!!!!! Un hermoso Honda Accord
bordó que debo admitirlo, me hace muy feliz <3
}
No hay comentarios:
Publicar un comentario