Después de muchas idas y vueltas, terminamos trabajando con
Mamun, el hermano de Mohamed (nuestro contractor original –a quien llamé
desesperada un día a las 11 de la noche
xq seguíamos sin conseguir laburo en otro lado, sin tener un mango, y ya no
sabía que hacer. Nos consiguió quien nos
pasara a buscar por casa y nos dio laburo una vez más. Unos días más tarde, nos
dijo que empezaríamos a trabajar con el hermano). La paga sigue sin ser la
mejor y cada día nos decimos que vamos a buscar otra cosa. Pero nunca lo
hacemos.
Cada semana nos dicen que “la semana que viene arranca la
temporada con todo, se van a cansar de ver kiwis” y sin embargo eso nunca pasa.
Las packs insisten en que la próxima semana empiezan a tomar gente, y eso nunca
pasa. Trabajamos dos o tres días por semana, cuatro en el mejor de los casos.
La plata alcanza para pagar el alquiler, para comprar algo de comida y dejamos
de contar. Pasan 4 semanas y todo sigue igual. No tenemos un mango, no
trabajamos casi nunca porque cuando no llueve la fruta no esta lista. Empezamos
a desesperar un poco y fantaseamos con escaparnos a la isla sur… ¿pero con que
plata?
Cada día me despierto esperando que llegue un mensaje diciendo
que ese día trabajamos. Cada día me despierto y me convenzo a mi misma de que
van a venir tiempos mejores. Pero por el momento, eso tampoco pasa.
¿Y QUE ONDA CON EL PICKING?
Después de más de 4 semanas pickeando, ya casi me considero
una experta en el tema. Y lo que muchos se preguntan es, ¿qué onda con el
picking? Creo que lo primero que debo decir, es que el picking de kiwis es un
trabajo duro. Y me animo a decir que no es para cualquiera. Cada día llego a
casa y creo que no quiero volver, pero sin embargo a la mañana siguiente me levanto,
me cambio y salgo para la orchard (campo).
Hay que estar hasta 8 horas con una bolsa de entre 15 y 20
kilos colgando del pecho, levantando y bajando los brazos todo el día a un
ritmo incansable, soportando el sol en
la cara, las basuras que caen en los ojos, el polvo que se te mete en la nariz
y la garganta y te hace estornudar todo el día.
Para el que no lo sabe, una plantación de kiwis consta de
unas especies de pasillos donde las plantas están dispuestas formando un
“techo” a 1.80 metros del piso aproximadamente, aunque hemos tenido que pickear
lugares tan altos que yo tenía que andar en puntas de pie todo el día (bueno,
si, tampoco es que soy muy alta), y lugares donde tuve que arrodillarme en el piso
para poder pickear!! Jaja. A esta altura creo que lo hemos pasado todo, picking
en altura, picking al nivel casi del piso, picking bajo la lluvia, incluso de
noche! Kiwis verdes, kiwi gold, kiwi gold con una deformidad extraña, kiwis
gold que en verdad por dentro eran verdes, de todo tipo.
Volviendo al punto, hay entre 3 y 4 personas por cada uno de estos pasillos, llamado línea, y
como es de imaginarse, se van juntando los kiwis y se los coloca en esta
especie
de mochila que uno lleva en el pecho. Una vez llena la mochila, se va hasta el bin (cajón de madera grande) donde se descarga el contenido y se vuelve a empezar.
Por otra parte, vale distinguir entre lo que es el kiwi
verde (el común que llega a Argentina y conoce todo el mundo), y el kiwi Gold.
El primero se trabaja por producción, donde uno gana por cantidad de bins que
se llenan. Siempre se trabaja en equipo, por ende la plata que se gana por cada
bin se reparte entre los integrantes del mismo. Al trabajar por producción uno
todo lo que quiere es llenar cajones lo más rápido posible, por ende se trabaja
muy duro y es muy cansador. Pero si hay buen equipo, al final del día uno se va
feliz a casa sabiendo que ganó mucha plata.
El kiwi Gold en cambio es un kiwi más “sensible”. Como yo lo
llamo, es el pickeo con amor. Este kiwi tiene una cáscara más fina y lisa, por
ende es más sensible a los golpes y se lo debe tratar con más cuidado, por esto
mismo, se suele trabajar por hora (a veces por producción pero te pagan mucho
más por cada bin y hay más control). Lo bueno es que el trabajo es más
tranquilo, a veces se gana muy bien (hemos llegado a ganar 16 NZD la hora) pero
también es mucho más aburrido porque se trabaja tranquilo y carece de la
adrenalina del kiwi por producción. Hay que vivirlo para comprenderlo.
Una cosa que no me quiero olvidar de mencionar, es a la
gente maravillosa que conocí pickeando! Los primeros días trabajamos bastante
rodeados de extranjeros, donde conocimos a Mamun (el hermano de nuestro
contractor que el primer día me felicitó por como había trabajado), a Amit (un
indio que habla un poco de español con el que trabajamos un par de días por
producción, con quien fuimos al Monte en uno de nuestros días libres y a quien
despedimos con una cena en Dominos –pizería- antes de su regreso a India), a
Dino (un chico de Sri Lanka que siempre nos convidaba frutas que se encontraba
por las orchards y nos enseñaba los árboles de donde podíamos conseguir más), a
Coco (uno de los primeros que nos enseñó a piquear y me tomó como consentida y
siempre me llevaba a las partes más bajas y más fáciles, jaja) y a Masud (el
primo de Mamun a quién también conocimos pickeando y con quien nos hicimos
amigos después de tantos días bajo las mismas parras. Lo que nos hace reír este
muchacho no tiene nombre!). En estos últimos días estuvimos mucho más rodeados
de latinos, donde tuvimos el mega placer de conocer a Mana, Eli, Jose y Gastón,
cuatro argentinos que vienen pickeando fielmente con nosotros desde hace semanas
y con quienes tuvimos el placer de compartir salidas, comidas, y sobre todo muchísimas risas y buena onda
que hacen del trabajo algo mucho mejor! Estuvimos trabajando también con viejos
conocidos, como sean los salteños, Faca y el arqui entre otros.
Imposible nombrar a toda la gente que cruzamos estos días,
pero no quiero olvidarme de algunos de nuestros supervisores que alegraron y amargaron nuestros días de laburo
como sean “la gorda Palito”, “Chimuelo”, “Diente por medio”, “Justin” y Dylan
entre otros. Que personajes! Imposible no ponerle sobrenombres a todos, jaja!
Dato de color: Poco a poco vamos argentinizando a cada
persona que se nos cruza en el camino, y ya hemos logrado que nuestros
supervisores nos griten cosas como “no palitos” (cuando quieren que les
saquemos el cavito a las frutas –de aquí el sobrenombre de la gorda-), o que
nuestro jefe nos diga “vamos, vamos, rápido, rápido!”, o que nuestro amigo
Masud le grite a Mamun un “cállate puta!” Jajaja. Hay cosas que no tienen
precio! Y son esas las pequeñas cosas que nos permitieron sobrevivir en estas
semanas donde las lluvias intentaron deprimir nuestros días no dejándonos
trabajar y donde los pocos ahorros que teníamos se fueron yendo poco a poco
hasta dejarnos con los bolsillos vacíos… pero tarde o temprano las cosas
mejoran… y mientras no mejoran, se disfruta de lo pequeño y se generan momentos
maravillosos para compensar lo que nos falta.
…Momentos como una tarde en la playa, un fogón en la noche
rodeados de amigos, de canciones…
Momentos inolvidables como un par de amigos medio borrachos
en medio de una playa desierta en Papamos a las 10 de la noche frente a un
fogón cantando el himno nacional argentino a todo pulmón. Momentos mágicos.
Momentos como tardes libres en la playa disfrutando del sol,
de los amigos, de las gaviotas volando sobre tu cabeza a centímetros de
distancia. Una playa casi desierta, el ruido del mar, el viento, la arena bajo
los pies.
Momentos como ir a la playa del Monte a dedo con la negra
para ver al arqui y a Faca intentando aprender a surfear y terminar metidas en
el mar con la negra riéndonos como nenas de 5 años y saltando olas como en los
más tiernos momentos de nuestra infancia. Momentos que no se van a olvidar
jamás.
Momentos que se crean en el día a día, que surgen de la
nada, que aparecen frente a nosotros y se desarrollan sin siquiera esfuerzo…
momentos, la vida consta de simples momentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario