jueves, 26 de junio de 2014

Picking, picking y… no tanto picking


Después de muchas idas y vueltas, terminamos trabajando con Mamun, el hermano de Mohamed (nuestro contractor original –a quien llamé desesperada un día  a las 11 de la noche xq seguíamos sin conseguir laburo en otro lado, sin tener un mango, y ya no sabía que hacer.  Nos consiguió quien nos pasara a buscar por casa y nos dio laburo una vez más. Unos días más tarde, nos dijo que empezaríamos a trabajar con el hermano). La paga sigue sin ser la mejor y cada día nos decimos que vamos a buscar otra cosa. Pero nunca lo hacemos.
Cada semana nos dicen que “la semana que viene arranca la temporada con todo, se van a cansar de ver kiwis” y sin embargo eso nunca pasa. Las packs insisten en que la próxima semana empiezan a tomar gente, y eso nunca pasa. Trabajamos dos o tres días por semana, cuatro en el mejor de los casos. La plata alcanza para pagar el alquiler, para comprar algo de comida y dejamos de contar. Pasan 4 semanas y todo sigue igual. No tenemos un mango, no trabajamos casi nunca porque cuando no llueve la fruta no esta lista. Empezamos a desesperar un poco y fantaseamos con escaparnos a la isla sur… ¿pero con que plata?
Cada día me despierto esperando que llegue un mensaje diciendo que ese día trabajamos. Cada día me despierto y me convenzo a mi misma de que van a venir tiempos mejores. Pero por el momento, eso tampoco pasa.

¿Y QUE ONDA CON EL PICKING?
Después de más de 4 semanas pickeando, ya casi me considero una experta en el tema. Y lo que muchos se preguntan es, ¿qué onda con el picking? Creo que lo primero que debo decir, es que el picking de kiwis es un trabajo duro. Y me animo a decir que no es para cualquiera. Cada día llego a casa y creo que no quiero volver, pero sin embargo a la mañana siguiente me levanto, me cambio y salgo para la orchard (campo).
Hay que estar hasta 8 horas con una bolsa de entre 15 y 20 kilos colgando del pecho, levantando y bajando los brazos todo el día a un ritmo incansable, soportando el  sol en la cara, las basuras que caen en los ojos, el polvo que se te mete en la nariz y la garganta y te hace estornudar todo el día.




Para el que no lo sabe, una plantación de kiwis consta de unas especies de pasillos donde las plantas están dispuestas formando un “techo” a 1.80 metros del piso aproximadamente, aunque hemos tenido que pickear lugares tan altos que yo tenía que andar en puntas de pie todo el día (bueno, si, tampoco es que soy muy alta), y lugares donde tuve que arrodillarme en el piso para poder pickear!! Jaja. A esta altura creo que lo hemos pasado todo, picking en altura, picking al nivel casi del piso, picking bajo la lluvia, incluso de noche! Kiwis verdes, kiwi gold, kiwi gold con una deformidad extraña, kiwis gold que en verdad por dentro eran verdes, de todo tipo.
Volviendo al punto, hay entre 3 y 4 personas por  cada uno de estos pasillos, llamado línea, y como es de imaginarse, se van juntando los kiwis y se los coloca en esta especie

de mochila que uno lleva en el pecho. Una vez llena la mochila, se va hasta el bin (cajón de madera grande) donde se descarga el contenido y se vuelve a empezar.


Por otra parte, vale distinguir entre lo que es el kiwi verde (el común que llega a Argentina y conoce todo el mundo), y el kiwi Gold. El primero se trabaja por producción, donde uno gana por cantidad de bins que se llenan. Siempre se trabaja en equipo, por ende la plata que se gana por cada bin se reparte entre los integrantes del mismo. Al trabajar por producción uno todo lo que quiere es llenar cajones lo más rápido posible, por ende se trabaja muy duro y es muy cansador. Pero si hay buen equipo, al final del día uno se va feliz a casa sabiendo que ganó mucha plata.
El kiwi Gold en cambio es un kiwi más “sensible”. Como yo lo llamo, es el pickeo con amor. Este kiwi tiene una cáscara más fina y lisa, por ende es más sensible a los golpes y se lo debe tratar con más cuidado, por esto mismo, se suele trabajar por hora (a veces por producción pero te pagan mucho más por cada bin y hay más control). Lo bueno es que el trabajo es más tranquilo, a veces se gana muy bien (hemos llegado a ganar 16 NZD la hora) pero también es mucho más aburrido porque se trabaja tranquilo y carece de la adrenalina del kiwi por producción. Hay que vivirlo para comprenderlo.



Una cosa que no me quiero olvidar de mencionar, es a la gente maravillosa que conocí pickeando! Los primeros días trabajamos bastante rodeados de extranjeros, donde conocimos a Mamun (el hermano de nuestro contractor que el primer día me felicitó por como había trabajado), a Amit (un indio que habla un poco de español con el que trabajamos un par de días por producción, con quien fuimos al Monte en uno de nuestros días libres y a quien despedimos con una cena en Dominos –pizería- antes de su regreso a India), a Dino (un chico de Sri Lanka que siempre nos convidaba frutas que se encontraba por las orchards y nos enseñaba los árboles de donde podíamos conseguir más), a Coco (uno de los primeros que nos enseñó a piquear y me tomó como consentida y siempre me llevaba a las partes más bajas y más fáciles, jaja) y a Masud (el primo de Mamun a quién también conocimos pickeando y con quien nos hicimos amigos después de tantos días bajo las mismas parras. Lo que nos hace reír este muchacho no tiene nombre!). En estos últimos días estuvimos mucho más rodeados de latinos, donde tuvimos el mega placer de conocer a Mana, Eli, Jose y Gastón, cuatro argentinos que vienen pickeando fielmente con nosotros desde hace semanas y con quienes tuvimos el placer de compartir salidas, comidas,  y sobre todo muchísimas risas y buena onda que hacen del trabajo algo mucho mejor! Estuvimos trabajando también con viejos conocidos, como sean los salteños, Faca y el arqui entre otros.


Imposible nombrar a toda la gente que cruzamos estos días, pero no quiero olvidarme de algunos de nuestros supervisores que  alegraron y amargaron nuestros días de laburo como sean “la gorda Palito”, “Chimuelo”, “Diente por medio”, “Justin” y Dylan entre otros. Que personajes! Imposible no ponerle sobrenombres a todos, jaja!

Dato de color: Poco a poco vamos argentinizando a cada persona que se nos cruza en el camino, y ya hemos logrado que nuestros supervisores nos griten cosas como “no palitos” (cuando quieren que les saquemos el cavito a las frutas –de aquí el sobrenombre de la gorda-), o que nuestro jefe nos diga “vamos, vamos, rápido, rápido!”, o que nuestro amigo Masud le grite a Mamun un “cállate puta!” Jajaja. Hay cosas que no tienen precio! Y son esas las pequeñas cosas que nos permitieron sobrevivir en estas semanas donde las lluvias intentaron deprimir nuestros días no dejándonos trabajar y donde los pocos ahorros que teníamos se fueron yendo poco a poco hasta dejarnos con los bolsillos vacíos… pero tarde o temprano las cosas mejoran… y mientras no mejoran, se disfruta de lo pequeño y se generan momentos maravillosos para compensar lo que nos falta.

…Momentos como una tarde en la playa, un fogón en la noche rodeados de amigos, de canciones…
Momentos inolvidables como un par de amigos medio borrachos en medio de una playa desierta en Papamos a las 10 de la noche frente a un fogón cantando el himno nacional argentino a todo pulmón. Momentos mágicos.



Momentos como tardes libres en la playa disfrutando del sol, de los amigos, de las gaviotas volando sobre tu cabeza a centímetros de distancia. Una playa casi desierta, el ruido del mar, el viento, la arena bajo los pies.


Momentos como ir a la playa del Monte a dedo con la negra para ver al arqui y a Faca intentando aprender a surfear y terminar metidas en el mar con la negra riéndonos como nenas de 5 años y saltando olas como en los más tiernos momentos de nuestra infancia. Momentos que no se van a olvidar jamás.



Momentos que se crean en el día a día, que surgen de la nada, que aparecen frente a nosotros y se desarrollan sin siquiera esfuerzo… momentos, la vida consta de simples momentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario