martes, 15 de julio de 2014

Destino Sur: Tongariro

Vale aclarar en primer lugar que esta es una entrada difícil de escribir. Durante este día me vi rodeada de un millón de sensaciones distintas, quise reír tanto como quise llorar, fui feliz tanto como sufrí. Vi paisajes tan maravillosos que no tengo palabras para describir, y me vi inundada por sensaciones a las que no sabría darle un nombre. Pero acá vamos…

Día dos: Tongariro Alpine Crossing
Amanecemos a las 6 am o antes, armamos las mochilas con lo poco que precisamos y salimos a la ruta. En media hora de viaje estamos en la base de la montaña donde nos encontramos casualmente con Andrés y con Rodrigo.
Habíamos decidido empezar desde el lado más alto para hacer la menor cantidad de subida posible y que así el camino fuera más sencillo y menos agotador.

Primer tramo
El primer tramo es una caminata larga que eventualmente se vuelve aburrida ya que el terreno es 98% llano y bastante monótono. La duración es de aproximadamente una hora caminando tranquilo.
A los 5 minutos de haber empezado nos encontramos a Alejandro, un mexicano que sería nuestro nuevo compañero de viaje y con quien pasaríamos casi todo el día en esta caminata interminable.

La mayoría del recorrido se hace por pasarelas de madera que convierten el paisaje monótono en algo un poco más aburrido de lo que debería ser, pero a no desanimarse, a lo lejos podemos ver el Tongariro y procuramos llenarnos de expectativa y pensamientos positivos.

El camino concluye cuando llegamos a un valle y una gran explanada donde nos esperan unos baños químicos y un cartel muy alentador diciendo que no sigamos a partir de ese punto si no nos sentimos totalmente preparados. Siento que no voy a lograrlo, pero ya estoy ahí y no pienso volver atrás, así que ¡allá vamos!

Segundo tramo
Empieza lo complicado y nos pronostican una subida complicada de una hora de duración. Cuando nos dicen que es complicado no imagino ni de cerca que me va a costar tanto.
Es un camino de piedras grandes con caminos bien marcados y sencillos de seguir, pero con una cantidad exorbitante e innecesaria de escaleras. Subo escalón a escalón escuchando como late mi corazón adentro de mi pecho y de mi cabeza. El aire se me entrecorta en los pulmones y me queman las piernas a cada paso que doy. Maldigo mi horrendo estado física y mi limitada capacidad pulmonar mientras mi mente me repite una y otra vez que me quiero volver, que la estoy pasando muy mal.
Tengo que parar cada cinco minutos a tomar aire y probablemente sea una de las peores horas de mi vida, pero trato de convencerme a cada paso que arriba me espera algo maravilloso y que no me voy a arrepentir de hacer ahora este sacrificio.

Tercer Tramo
De pronto la felicidad me inunda cuando llegamos a una explanada enorme, y veo que tenemos metros y metros de caminata llana por delante. Caminamos despacio disfrutando del minuto de relax, aunque solo dura unos 5 minutos.
Estando en ese punto Jess se da cuenta que estamos ante las mismísimas puertas de Mordor y dejamos volar nuestra imaginación. Miro para el otro lado y casi puedo ver a Frodo y a Sam asomados entre las piedras de la montaña observando las puertas estupefactos.

Cuarto tramo
Con cada vez más nieve en el camino emprendemos la segunda subida, es un tramo super cortito pero que nos deja agotados. Arriba nos encontramos con el primer punto ideal para fotos, donde todos posan super felices y disfrutan de una vista maravillosa.

Yendo para la derecha se desvía el camino que sube a la cima del Tongariro, y hacia la izquierda es hacia donde nos toca dirigirnos, siguiendo el recorrido para cruzar todo el parque hacia el otro lado. La subida es también corta pero un poco más dificultosa, haciendo que las cosas sean más divertidas. El camino se empieza a poner interesante y estoy a cada momento un poquito más feliz.

Finalmente llegamos arriba de todo donde paramos a almorzar nuestros riquísimos sanguchitos y descansar un rato.

Quinto tramo
En este punto la caminata se pone realmente interesante. Venimos caminando en un terreno casi liso, tranquilos, cuando después de una pequeña subida vislumbramos uno de los paisajes más asombrosos e impactantes que he visto en mi vida.
Primero son las nubes de humo blanco que salen de la tierra misma y se elevan hacia el cielo como chimeneas haciendo que la visibilidad sea bajísima de a momentos. A nuestra derecha la montaña se tiñe de colores rojos, marrones, negros y amarillos.

Por si ya no estamos suficientemente alucinados, tras pasar una espesa cortina de humor y empezar una bajada empinada por tierra blanda que nos hace patinar a casa cinco segundos, al fin los vemos. Tres lagos de un color celeste brillante verdoso totalmente indescriptible se expanden ante nosotros. La emoción no me entra en el cuerpo.

Pasamos más de 10 minutos jugando con uno de los lagos que está congelado, y finalmente seguimos camino.

Sexto tramo
Bordeamos uno de los lagos por la derecha siguiendo el camino más largo. Entre medio de una nube hedionda con olor a huevo podrido nos encontramos nuevamente con Andrés y Rodrigo, tomamos un par de fotos y seguimos camino bordeando lo que queda de los lagos.

Llegamos nuevamente a una explanada donde nos esperan unos cuantos metros de caminata llana, la cuál aprovechamos para conversar entre nosotros y compartir anécdotas de viaje.
Pero todo lo bueno concluye al fin, así que nos toca empezar a subir otra vez, al menos por un ratito.


Después el camino se vuelve mayormente llano una vez más, y con Jess tratamos de apurar el paso porque nos quedamos atrás y los chicos nos esperan en la distancia.

De pronto el tiempo deja de importar, llevamos tanto tiempo caminando que el reloj ya no importa y solo se que pasamos mucho tiempo caminando por las montañas, rodeados de una vegetación rojiza y muchísimo musgo, zigzageando y viendo paisajes maravillosos a todos lados que miremos. Pasamos este tiempo charlando con los chicos que nos cuentan de sus experiencias de viaje y divagamos de un tema a otro. Al rato nos damos cuenta que Alejandro desapareció en algún lado de la montaña, y seguimos camino sin él.

La caminata se hace casi infinita, pero la charla con Rodri es de esas que te abren la cabeza y hacen volar al espíritu. Me habla con palabras llenas de experiencia que me tocan algo adentro y me dejan pensando. El paisaje acompaña en mi humor soñador cuando me ayudan a abrir otro poco mis alas, a animarme a más.

Finalmente llegamos a un parador y casi no queda nada… o eso es lo que creemos.

Séptimo tramo
Bajamos corriendo por la montaña, apurados porque ya no vemos la hora de llegar abajo y porque sentimos que el camino no termina más, cuando de pronto Rodrigo se da cuenta que a Andrés le falta la mochila… lenta es la caminata que sigue mientras le damos tiempo al pelado a volver a subir al parador para buscar su mochila y bajar una vez más hasta nuestro encuentro. El tramo corto se hace de chicle, pero finalmente vemos un cambio en el paisaje y nos sentimos motivados.

Octavo y último tramo
De pronto el paisaje cambia y estamos en medio de una selva, todo a nuestro alrededor es verde y la humedad se siente en el aire. Respirar es un placer, el musgo decora cada rincón del paisaje y me siento plena.
Bajamos rápido porque el camino está lleno de escaleras, pero igual el tramo se hace largo. Son unos 45 minutos de caminata que parecen no terminar más, ya estamos cansados y una parte de nosotros lo único que quiere es llegar… pero el paisaje nos anima y hace que las cosas no estén tan mal. Tenemos verde a nuestro alrededor, eso es todo lo que necesito para ser feliz.


Después de más de 8 horas totales desde que partimos, al fin llegamos al estacionamiento del otro lado. Quedamos ahí barados un rato hasta que llegan unos alemanes amigos de los chicos que se ofrecen a llevar a Fede hasta el otro estacionamiento para buscar nuestro auto. La espera se hace infinita, la noche se nos viene encima y el frío nos congela de a poco, pero finalmente las luces de un auto nos iluminan y Fede llega al rescate (casi una hora más tarde). Volvemos al hostel agotados, y apenas llego a caer en la cama y quedarme profundamente dormida siendo apenas las 6 de la tarde, campera de abrigo, bufanda y guantes aún puestos. Ha sido un gran día.

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