lunes, 4 de agosto de 2014

Destino Sur. Mi bella Rotorua.

Llega el domingo y amanecemos temprano una vez más. Empacamos por segunda vez en menos de una semana y salimos rumbo a Rotorua. La ruta nos recibe con un tremendo olor a huevo podrido y una neblina que hace que la visibilidad en la ruta sea casi nula, por ende nos dedicamos a imaginar como se vería la ciudad en un día normal.
Nuestro primer destino es Wai-O-Tapu, un parque geotermal en las afueras de la ciudad con lagunas de colores extraños, un geiser que activan con algo similar a jabón, y mucho pero mucho olor a podrido. Lamentablemente esta todo muy lleno de vapor y neblina y la visibilidad es bajísima, pero sin embargo disfrutamos de una mañana recorriendo formaciones extrañas de la naturaleza que nunca siquiera imaginamos que podríamos llegar a ver… o que podrían llegar a existir.


La segunda parada es en el hostel Rock Solid para dejar equipaje y seguir camino. Es medio tarde así que nos dedicamos a caminar por el centro, comer en un restaurant, tomar helado y pasar un rato al lado del lago mirando a los cisnes y las gaviotas.


El lunes temprano con Jess salimos a caminar un rato mientras Fede miraba el partido de Argentina en un barcito. Paseamos por los jardines del gobierno en las afueras del museo, un edificio super pintoresco y fotogénico, y nos encontramos de casualidad con un Ginko en el que paramos a sacar un millón de fotos.


Finalizado el partido volvimos al hostel y con Fede aprovechamos para hablar con skype con toda la familia que estaba reunida en casa, una felicidad enorme de poder verlos a todos juntos y charlar un rato con la familia!
La siguiente aventura se sitúa en la aldea maorí de Whakarewarewa. Llegamos justo a tiempo para ver un show de 6 maoríes bailando y cantando canciones típicas, incluyendo obviamente el haka. Para cerrar el show nos enseñan una canción sencilla con un baile, y después nos sacamos un par de fotos.


Volvemos a la entrada de la aldea para un tour guiado por una maorí súper buena onda que nos cuenta un millón de cosas sobre la cultura maorí que me dejan con ganas de aprender más y más. Nos explican la estructura de las casas maoríes que representan a una persona inclinada con los brazos abiertos, dando la bienvenida.
Me saco mi duda existencial de porque los maoríes usan tanto el rojo, enterándome de que dicho color representa la sangre, el linaje, y también la polinesia. Nos enseñan la forma en que cocinan la comida al vapor de las lagunas y nos dan de probar choclos (debo admitir que de solo probarlo me cayó muy mal y no lo pude comer, pero según los chicos estaban muy buenos).
En el camino de vuelta a casa pasamos por el museo nuevamente para sacar unas fotos de noche, y finalmente llegamos rendidos al hostel para una noche más de sueño lejos de casa.

Finalmente el martes es nuestro último día en Rotorua, esta ciudad hermosa que tanto me tiene enamorada. Pasamos la mañana en Redwoods por recomendación de una de las chicas del hostel, unos bosques alucinantes llenos de secuoyas y árboles gigantes.
Caminamos por este bosque hermoso con el piso cubierto de pinochas rojizas y hojas naranjas de fern (planta emblema de NZ), los árboles son todos altísimos y super imponentes. En un momento veo un árbol gigante y tengo la necesidad de abrazarlo… más tarde me enteraría de que era una secuoya de 600 años!!

El camino se desvía por un bosquecito que nos deja agotados y empapados, ya que a mitad de camino nos agarra una llovizna persistente. Corridas de por medio llegamos al final del camino y el sol sale una vez más.


Aprovechando el sol hacemos una recorrida por distintos lagos, primero el Okarewarewa, donde Fede olvida las luces del auto prendidas y nos quedamos sin batería por primera vez, teniendo que recurrir a ayuda externa (gracias a Dios Fede había comprado los cables antes de salir!).

La segunda parada es en los lagos Blue y Green,como el nombre lo dice, uno de ellos es un lago verde y el otro azul. Paramos en el punto panorámico donde se pueden ver los dos lagos al mismo tiempo y esforzamos la vista un poquito hasta encontrar la diferencia, jaja. A decir verdad esta un poco nublado y no se nota tanto, pero de todas formas la vista es muy linda.

El último lago es el Tarawera, donde Jess se hace amiga de un pato solitario y pasamos un rato sacando fotos y observando el horizonte.

 Nuestra última cena en Rotorua la pasamos con un alemán que venía viajando solo de vacaciones hacía mucho tiempo y estaba cansado de vivir a sánguches, por ende se nos une en una cena de arroz con pollo y nos comparte historias sobre sus viajes que escuchamos felices de la vida. Finalmente es hora de ir a dormir, mañana partimos hacia Wellington.

1 comentario:

  1. Hermosa narración y hermosas experiencias vividas !! Estos recuerdos y la gente que conocieron los acompañará por el resto de sus vidas !!

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