Último día de viaje. Salimos de Nelson temprano y recorremos
un buen tramo de ruta antes de llegar a nuestro destino final. De camino
paramos a almorzar en Kaikoura, en un fish and chips demasiado caro, cuya
comida era demasiado aceitosa, y que no recomiendo... pero no estuvo tan mal.
Después de un pequeño vistazo a la ciudad seguimos camino.
El último tramo para llegar a Christchurch es maravilloso.
La ruta bordea la costa, a mi derecha la tengo a Jess al volante y a mi
izquierda el mar, imponente, impresionante. Vemos playas de arena casi negra y
agua turquesa, vemos focas al lado de la ruta y nos convertimos en nenes de 5
años super emocionados con juguete nuevo. Paramos a un costado y nos quedamos
mirando como tontos. Tenemos que esperar como media hora hasta que Jess al fin
se decide a que tiene suficientes fotos (unas 300 más o menos) y podemos seguir
camino.
En lo que queda de camino vemos venados, ovejas, un complejo de casas del árbol, campos, montañas y finalmente un atardecer increíble que tiñe el cielo de naranja. Sin dudas un viaje inolvidable, lleno de paisajes para el recuerdo. Y finalmente llegamos.
Lo llamo a uno de nuestros nuevos compañeros de casa y me
dicen que salieron de compras pero hay una llave esperándonos en un locker con
contraseña. Encontramos la casa, encontramos el locker, encontramos la llave…
pero la puerta no se abre. Llamamos a
los chicos y le preguntamos si probaron la llave, pero no se acuerda. Después
de que todos probemos y lleguemos a la conclusión de que la llave no funciona,
buscamos un plan b.
Hay dos opciones, esperar a que vuelvan los chicos, o usar
el ingenio. Vamos por la segunda. Me encuentro con que hay una ventana y está
ligeramente abierta, así que la termino de abrir y me meto como puedo. Caigo
adentro de una habitación casi completamente a oscuras, a tientas encuentro la
puerta, un pasillo y la puerta de entrada. Abro y le doy la bienvenida a
nuestro nuevo hogar a Fede y a Jess. Estamos en casa.
Home sweet home.
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