jueves, 22 de enero de 2015

Odisea Christchurch: Retomando el camino

Después de renunciar a la empresa de ventas, quedé de nuevo suspendida en la nada. Sin plata, sin trabajo, pero llena de expectativas y de buenas vibras.
Durante una semana apliqué a todas las agencias, mandé mensajes a todo el mundo, apliqué por internet a cuanto trabajo pude, y finalmente, una mañana obtuve lo que tanto estaba esperando...
El jueves 23 de agosto bien temprano le mando mensaje al famoso 'Walter' y me consigue trabajo en una fábrica y así es como empiezo a trabajar en Baker Boys (como imaginarán por el nombre, una panadería).


Las cosas parecen ir bien, me piden que vaya al día siguiente y el lunes también, ¡parece que al fin tengo un poco de trabajo! El trabajo de fábrica me encanta, y me toca estar en el sector de 'pastry' (masa) donde se preparan lo pies (tartas) y algunas otras cosas, trabajo no tan sencillo pero tampoco complicado, y en los recreos siempre hay torta gratis y sanguchitos, así que no me puedo quejar.
Pero cuando creo que las cosas están remontando... todo se viene abajo.
El lunes llego a trabajar y al ratito me empiezo a sentir mal, me baja la presión y casi me desmayo. Mi jefe me lleva afuera, me da algo de comer y vuelvo, pero a la media hora me doy cuenta que no puedo más, y llamo a los chicos a casa para que traigan a Fede con el auto y me lleve de vuelta a casa, porque así como estoy no puedo ni manejar. Paso el día tirada en la cama con un dolor de garganta que apenas si me deja respirar, me siento medio afiebrada, con frío, con calor, nada me viene bien.
Fede llama al seguro y me dan turno en el médico, donde paso una hora esperando a ser atendida creyendo que me voy a morir en cualquier momento. Cuando al fin me atiende una enfermera para tomarme los síntomas no necesito ni hablar para que se de cuenta lo mal que estoy, me toma la temperatura (38,5ºC) y me da un jarabe para bajarme la fiebre inmediatamente. 5 minutos más tarde me está atendiendo el médico y ni bien digo 'hi' con la poca voz que tengo me dice "Oh, you've got a really bad sorethroat". ¡No me digas! Me recetan un millón de medicamentos, una semana de reposo, y me dice que si no tomo líquido y me hidrato voy a terminar en el hospital... así que a casa y a pasar otra semana sin trabajar.

Paso la semana no solo sintiéndome mal sino desesperando por dentro, bajoneada y sin poder hacer nada al respecto. Para empeorar las cosas, Walter me manda un mensaje diciendo que soy un peligro para mi misma y para los demás y que no tengo más trabajo en la panadería. Dios, ¡basta por favor!

Pero después de la tormenta siempre sale el sol, y de pronto se viene el cambio... abro la cabeza y empiezo a estar más positiva, trabajo media semana con Walter -quien de la nada me manda un mensaje para que trabaje nuevamente-, y a la semana siguiente ya consigo que me de trabajo de lunes a viernes en la panadería, se van acomodando las fichas. Me encanta el trabajo en Baker Boys, paso al sector de 'finishing line' donde se empaquetan tortas y dulces y después a 'biscuits' donde empaquetamos galletitas. Descubro que soy una excelente empaquetadora de galletitas y me felicitan por mi desempeño en todas las áreas de biscuits lo cuál me pone muy contenta. Mi jefa es una viejita simpática y siempre me felicita por lo rápido que trabajo, para mí es como un juego, super divertido.


Por otro lado empezamos a buscar casa para mudarnos y encontramos un cuarto en una casita chiquita cerca de donde vivimos, donde vive un irlandés con su novia que es tailandesa -que tiene un gato- y supuestamente un chino. El cuarto es amplio, con dos colchones en el piso, un sillón y un placard. Super simple pero a muy buen precio y es todo lo que necesitamos. Decidimos mudarnos la semana siguiente.



Para cerrar con broche de oro, el sábado consigo trabajo por Holly -quien maneja una agencia de empleos- para ayudar en la cocina en un bar en los jardines botánicos. Trabajo ocho horas y cuando salgo me manda un mensaje para trabajar en un colegio que queda justo al lado, ayudando a preparar platos para una cena. Paso de no trabajar a trabajar dos veces en un día. No lo puedo creer.

El domingo me llama de nuevo y me da trabajo en un bar en la montaña, por lo que puedo disfrutar de subir gratis en la góndola y trabajo de mesara, descubriendo que soy mucho mejor de lo que esperaba.
Empieza una nueva etapa. Feliz.
 



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